martes, 17 de abril de 2007

Distribucion de las salas dentro de la universidad


por Jorge Vidal Ojeda
Es evidente que existe un problema con la distribución de las salas. Algunas aulas hechas
para setenta u ochenta alumnos son ocupadas por sólo tres o cuatro. A la inversa,
salas pequeñas deben albergar gran cantidad de alumnos en algunas clases.
Claramente nos enfrentamos a un pésimo sistema de administración de las salas, y a
pesar del tiempo que llevamos afrontando esta realidad, no hemos hecho nada aún.
Este problema, evidentemente, pasa única y exclusivamente porque quienes están a cargo
de administrar la distribución de salas no han sabido realizar esta tarea de manera óptima.
Los efectos de este problema son diversos. Alumnos y profesores, en más de alguna
oportunidad, nos hemos encontrado con que la sala asignada ya esta ocupada
por otra cátedra de la misma u otra carrera, por lo que el comienzo de clases se ve retrasado,
por lo menos, en quince minutos. Estos mismos valiosos minutos son los que
la Universidad no espera, por ejemplo, para pagar la mensualidad de nuestro arancel.
También, como ya decíamos, en una sala destinada a ochenta alumnos hay sólo cuatro,
mientras que en otras cátedras, ochenta alumnos deben asistir a sus clases
en salas destinadas a treinta o cuarenta alumnos, algo totalmente inhumano.
En este sentido, creemos que una muy buena solución (y no de parche como se
hace generalmente en nuestra universidad) sería un estudio serio sobre los horarios,
cuántos alumnos asisten a cada ramo, e informatizar estos datos para poder
tener claridad sobre las salas disponibles y para qué cátedra están designadas espec
í" camente. Es de esperar que este modesto boletín ayude, por lo menos, a tomar
conciencia de este problema a las autoridades y nuestros mismos compañeros.



El S.I.D.
Un problema latente para la mayoría de los alumnos de la Universidad
por Jorge Vidal Ojeda
¿Qué pasa en un eventual retraso del pago de una mensualidad de nuestro arancel?
Los alumnos no pueden acceder a su propia información a través del .famoso. SID.
Este .castigo. demuestra la falta de criterio con que se toman algunas decisiones en
nuestra Universidad. ¿Qué pasa cuando un profesor no llega a clases? ¿Acaso tenemos
derecho a un descuento por su inasistencia? O bien, ¿tenemos derecho a pagar con retraso
por esta falta del docente? ¡Por supuesto que no# Porque, equivocadamente, entendemos
que aquel profesor no llegó porque tuvo un problema imposible de resolver.
Si fuese realmente así, los directivos de nuestra casa de estudio deberían entender que si
hay alumnos que no han pagado, también es porque podrían tener un problema imposible
de resolver. La gravedad de esta parcialidad es que hay alumnos que no pueden acceder
a certi" cados o información de cualquier tipo, ni siquiera a sus propias cali" caciones.
Aparentemente, nuestros directivos no encontraron mejor forma de pre
sión; si no pagamos la mensualidad, nos quitan un derecho básico
de todo alumno en cualquier universidad: el acceso a la información.
Y qué decir de los innumerables problemas que presenta este sistema informático, como en
la inscripción de créditos. Hay carreras en las que se obliga a los alumnos a inscribir créditos
optativos, sin tener la posibilidad de poder realizar los ramos, por ejemplo, el siguiente
semestre, a pesar de estar señalado así explícitamente en el reglamento del alumno.
Otro ejemplo es que al ingresar a este Sitio Web, encontramos una serie de encuestas sobre
profesores, secretarias, infraestructura y otras cosas, y de esto nunca hemos visto resultados;
¿por qué tanta pérdida de tiempo, contestando inútiles encuestas que derivan en nada?



Un consejo para el consejo
por Mauricio Bahamondes
Los actuales acontecimientos que suceden al interior de nuestra casa de estudios vuelven
a generar, como cada año, un clima de creciente incertidumbre al interior del estudiantado,
lo cual, sumado a la siempre impertinente efervescencia de quienes sólo tienen
por objetivo llevar al extremo las manifestaciones de descontento de los alumnos, con
intenciones muchas veces inexplicables, pueden generar consecuencias insospechadas.
Aquí presento sólo un modesto consejo que quizás .y sólo quizás. pueda en
un futuro traer un poco más de tranquilidad a los venideros años académicos.
Lamentablemente, de las falencias de nuestra universidad se pueden decir muchas cosas;
prueba de ello son los innumerables movimientos estudiantiles en los que cada año nos
vemos envueltos y que, por supuesto, terminan siendo defendidos por unos pocos; la guitarra
y las improvisadas .pichangas. futbolísticas son " eles testigos de las largas noches de .toma.;
si no es el crédito " scal, es la infraestructura; si no son los fondos, es la calidad docente.
Durante estos días, aires de .toma. vuelven a instalarse en los pasillos de nuestra universidad.
La desinformación y las especulaciones vuelven a ser lugares comunes; la causa en esta oportunidad:
las últimas decisiones tomadas por Consejo Académico, especie de asamblea de hombres
sabios que decide los proyectos educativos y administrativos de nuestra casa de estudios.




Las actitudes a veces poco razonadas de algunos compañeros, pueden llevarnos
a apoyar acciones que en nada contribuyen a mejorar nuestra actual situación,
porque, siendo realistas, a nadie le caen mal un par de días en la casa para ver televisi
ón y así poder conocer los .grandes. temas del Chile de hoy: cuál es la última relaci
ón sentimental entre un futbolista y una modelo; después de todo, son otros
los que harán de las aulas de la universidad su lugar provisorio de residencia.
Seamos más concretos y pensemos. ¿Cuáles son los reales problemas de nuestra Universidad?
¿Cuáles son las causas de estos con! ictos? Sin duda, uno de esos grandes problemas
es la falta de participación del alumnado a la hora de tomar las decisiones al interior
de nuestra casa de estudios. Año tras año, no queda otra alternativa que sentarse
a esperar cual será la nueva decisión de este grupo de plenipotenciarios, llamado Consejo
Académico, que parece no entender que la Universidad se construye entre todos.
Incluso, me atrevería a decir que dichas resoluciones derivan en un problema más grave:
cada año, el alumno debe lidiar con las decisiones .sorpresa. dictadas por el Consejo.
Esto no es más que una explícita demostración de falta de seriedad. Que nos eximimos con 5,0;
no, con 4,5; no, con 6,0; que el cincuenta por ciento de asistencia; no, el setenta y cinco; no,
el cien. Señores del Consejo Académico... exigimos tan sólo un poco de seriedad, por favor.
Sobre las consecuencias de estas medidas y la necesidad de mejorar nuestro nivel académico
hablaremos en otra oportunidad. Dicha situación no hace otra cosa que generar en mí una
gran confusión; durante gran parte de mi vida universitaria fui un convencido de que la educaci
ón superior debería, no sólo, ser un derecho, sino también una prioridad para el Estado,
que la universidad la hacíamos entre todos. en " n. Pero las letras bancarias, los protestos
y las apariciones en DICOM me han hechos sentir, durante los últimos años, un cliente más
que un alumno, y es precisamente en este punto donde radica mi confusión. Porque si soy
un cliente, lo mínimo que puedo exigir es que esta .casa comercial. llamada Universidad de
Magallanes no me cambie todos los años la calidad del producto y la duración de la garantía.
En resumen, mi consejo no va dirigido a la democratización de sus deliberaciones,
mucho menos al mejoramiento de la calidad del .servicio., aunque éste deje
mucho que desear. En esta oportunidad seré mezquino en mis requerimientos;
sólo escribo estas líneas recomendándoles un poco más de rigurosidad en sus futuras
decisiones, para evitar así que el próximo año no tengamos que preguntarnos
una vez ¿Cuál será la última ingeniosa decisión del Consejo Académico?